1. El café es despulpado mecánicamente, retirando la cereza.
2. Después de esto se fermenta en un tanque durante 18-24 horas en promedio. Este proceso ayuda a desprender el mucílago (sustancia mielosa) del grano, para que después pueda ser lavado con agua.
3. Los productores pequeños normalmente secan al sol, lo que ayuda a que este último proceso se haga de forma lenta y cuidadosa, para que el grano conserve su calidad. También se puede secar en silos mecánicos.
Este proceso lo popularizó Colombia a principios del siglo XX, y sigue siendo la metodología más usada para cafés de alta calidad. Se ha descubierto que el proceso de fermentación, hecho de forma controlada, puede favorecer la calidad en taza. Durante este proceso, las levaduras y bacterias del ambiente consumen el mucílago, y además de separarlo del grano, también crean diferentes componentes como subproductos. Los más importantes son los ácidos grasos como terpenos y ésteres. Estos se diluyen durante la extracción del café y son fundamentales para agregarle complejidad a la taza final.
Tip: Si se hace con cuidado, y mezclando días de recolección, podemos fermentar hasta 5 días sin dañar el café. Estas fermentaciones largas pueden llevar a tazas sumamente complejas con una percepción alta de dulzura. El proceso sin embargo tiene sus riesgos.
Un proceso similar es el que utilizan algunas fincas más grandes, que en vez de fermentar retiran el mucílago de forma mecánica, ahorrando tiempo y agua. Sin embargo, al no fermentar, afectan la calidad sensorial de su café.